Vía Crucis Solemne y Procesión

con la Reliquia de la Verdadera Cruz

La Abadía de Mount Angel y la comunidad de oblatos de habla hispana te invitan a participar en la celebración de este ejercicio piadoso cuaresmal.

Mount Angel Abbey
18 de abril de 2025 |  Viernes Santo
9:15 am a 11:45 am

La procesión será desde la parte inferior de la colina hasta el pórtico de la iglesia de la Abadía en la cima de la colina.


  • Código de vestimenta: Vestimenta casual de funeral
  • Por antigua tradición del pueblo hispano, a las procesiones de Semana Santa se acude vestido de negro.
  • Idioma: Español (Inglés)
  • Como esta actividad se originó por iniciativa de los monjes y oblatos de habla hispana, el idioma utilizado para la celebración es el español. Sin embargo, haremos nuestro mejor esfuerzo para proporcionar folletos en español/inglés para los fieles de habla inglesa que deseen participar.
  • Cooperación: Flores blancas y follaje (sugerencia: lirios, rosas, claveles, crisantemos, ruscus, hojas de palma)
    Como otros años, a nuestro grupo de oblatos hispanos se le ha pedido que ese día traiga flores blancas como ofrenda. Estas flores se utilizan para decorar la Iglesia de la Abadía para la Vigilia Pascual. Todos los que asistan a la procesión y deseen cooperar de alguna manera pueden unirse a nuestros oblatos para traer flores blancas ese día.

 

Reflexiones escritas por monjes


Inicio del Vía Crucis


MC. Hermanos, sean bienvenidos esta mañana. Estamos reunidos para unirnos en oración según la antigua tradición de la Iglesia de Roma, rezando el Vía Crucis, o también llamado el camino de la Cruz. La procesión con la reliquia de la santa cruz comenzará acá y terminaremos enfrente de la iglesia de la Abadía. Al final del recorrido, a diferencia de otras ocasiones no habrá un convivio debido al ayuno del Viernes Santo, pero son bienvenidos a unirse a los monjes en la oración del medio día dentro de la Iglesia. Les agradecemos a todos los que han colaborado para hacer esta actividad posible, pero de una forma especial le agradecemos a nuestro grupo de oblatos. Ahora demos comienzo a nuestra oración.

C. Dios mío ven en mi Auxilio.
P. Señor date prisa en socorrerme.
C. Gloria al Padre…
P. Como era… Amén.

A. Hay una indulgencia plenaria a todos los que participen de este Vía Crucis, y cumplan las siguientes condiciones:
* Estar despegados de cualquier pecado, incluso venial.
* Recibir la Santa Comunión.
* Asistir a la Confesión Sacramental.
* Y orar por el Papa y sus intenciones.
Hay una indulgencia parcial a los que no cumplan estos requisitos.

C. Ofrecemos todas las gracias que recibimos de este Vía Crucis por la paz entre las naciones del mundo (especialmente en Medio Oriente y Ucrania), para que haya paz en nuestra nación, por la unidad de la Iglesia Romana, por muchas gracias en nuestra Iglesia durante este año jubilar, por la unión entre todos los Cristianos, y por todas las intenciones que llevamos en el corazón. De manera especial, oremos por el Papa Francisco y sus intenciones.

A. Oremos por nuestro Supremo Pontífice Francisco.
L. Que el Señor le conserve, y le dé vida, y le haga santo en la tierra, y no le entregue a la voluntad de sus enemigos.

C. Padre Nuestro…
P. Danos hoy…
C. Dios te Salve María…
P. Santa María…
C. Gloria al Padre…
P. Como era… Amén.

A. Pongamos atención a la Palabra del Señor.

C. Del Santo Evangelio Según San Mateo.
(Mat 27:1-2, 15-17)
Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: “¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?”

(Silencio breve)
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.

Silencio hasta la primera estación.


Primera Estación


L. Primera Estación: Nuestro Señor Jesucristo es condenado a muerte.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. ¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?
P. ¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?
(Salmo 57:1-3)
L. Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí;
Porque en ti ha confiado mi alma,
Y en la sombra de tus alas me ampararé
Hasta que pasen los quebrantos.

P. ¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?

L. Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece.
Él enviará desde los cielos, y me salvará
De la infamia del que me acosa;
Dios enviará su misericordia y su verdad.

P. ¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?

L. Del Evangelio Según San Mateo.
(Mat 27:22-26)
Pilato les dijo: “¿Y qué hago con Jesús, llamado el Cristo?” Todos contestaron: “¡Crucifícalo!” Pilato insistió: “¿Qué ha hecho de malo?” Pero ellos gritaban cada vez con más fuerza: “¡Que sea crucificado!” Al darse cuenta Pilato de que no conseguía nada, sino que más bien aumentaba el alboroto, pidió agua y se lavó las manos delante del pueblo. Y les dijo: “Ustedes responderán por su sangre, yo no tengo la culpa.” Y todo el pueblo contestó: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” Entonces Pilato les soltó a Barrabás. Mandó azotar a Jesús y lo entregó a los que debían crucificarlo.

O. (Breve reflexión)
¡He aquí el novio! Mirad cómo se prepara para su banquete de bodas. El dulce Señor, que por amor formó a la humanidad a su imagen, y en un milagro más allá de nuestra comprensión tomó nuestra carne del vientre de la Virgen María, ahora por amor va a la muerte para derramar la misma sangre de su mismísima carne. Oh sangre sin igual, unida a la divinidad del Hijo, de manera misteriosa… Que su sangre sea nuestra salvación. Que su sangre sea el perdón de nuestros pecados. Él derrama su sangre por nosotros, para que de su costado podamos ser transformados en su esposa. Él derrama su sangre por nosotros, para exclamar de nosotros: ¡He aquí, esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Oh sangre incomparable, unida a la divinidad del Hijo, de manera misteriosa… Nosotros, hermanos, recibimos esta sangre en el altar de Dios. Esta sangre nos salva. Esta sangre nos hace uno: una esposa inmaculada. Trabajemos para preservar la unidad entre nosotros, que la sangre del Esposo nos ha dado.

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Señor Jesucristo, que por amor derramaste tu sangre preciosísima por la salvación del mundo, conserva a tu Santa Iglesia sin arruga ni defecto, una en la fe y en la caridad.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Himno (la primera vez solo la Schola, la segunda todos).
Perdón Oh Dios Mío
Perdón e indulgencia
Perdón y clemencia
Perdón y piedad (2)

(Solo la Schola)
Pequé ya mi alma, su culpa confiesa
mil veces me pesa de tanta maldad

Mil veces me pesa de haber obstinado
tu pecho rasgado ¡Oh Suma Bondad!

(Todos)
Perdón Oh Dios Mío
Perdón e indulgencia
Perdón y clemencia
Perdón y piedad (2)


Segunda Estación


L. Segunda Estación: Nuestro Señor Jesucristo carga con la Cruz.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. ¡Crucifícalo!¡Que sea crucificado!
P. ¡Crucifícalo!¡Que sea crucificado!
(Salmo 25:1-2, 15-17)
L. A Ti, oh Señor, levantaré mi alma.
Dios mío, en ti confío;
No sea yo avergonzado,
No se alegren de mí mis enemigos.

P. ¡Crucifícalo!¡Que sea crucificado!

L. Mis ojos están siempre hacia el Señor; Porque él sacará mis pies de la red.
Mírame, y ten misericordia de mí; Porque estoy solo y afligido.
Las angustias de mi corazón se han aumentado:
Sácame de mis congojas.

P. ¡Crucifícalo!¡Que sea crucificado!

L. Del Evangelio Según San Marcos.
(Mar 15:16-20)
En aquel entonces, los soldados le llevaron (a Jesucristo) dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía. Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas, comenzaron luego a saludarle: “¡Salve, Rey de los judíos!” Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. Después de haberle escarnecido, le desnudaron de la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle.

O. (Breve reflexión)
Sabemos que Jesús es el Salvador del mundo, pero para los soldados romanos, Jesús es solo un prisionero más, cuyo título “Rey de los judíos” lo hace aún más patético. Se burlan de Jesús porque, para ellos, es un don nadie.
Cuando pensamos en sufrir con Cristo, podemos imaginar un martirio heroico; pero a menudo somos llamados a compartir su cruz al ser burlados por nuestra fidelidad en las cosas pequeñas. ¿Cuántos de nosotros hemos sido objeto de burlas por asegurarnos de rezar o ir a misa; por negarnos a chismear; por objetar cuando nuestros amigos usan el nombre del Señor en vano, maldicen o hacen chistes groseros o alburean? ¿O hemos sido como los soldados romanos, burlándonos de otros por dedicarse a la oración y evitar el pecado? En ellos, es Jesús de quien nos burlamos.
La burla nos hace sentir pequeños. Y si nos cuesta tanto que unos pocos se burlen de nosotros, imaginemos el coraje que nuestro Papa y nuestros obispos necesitan para mantenerse firmes cuando el mundo se burla de ellos. Todos podemos sentirnos tentados a ser infieles antes que a ser objeto de burla. Pero Jesús ora en nosotros: «Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Señor Jesucristo, cuando te entregaste a la muerte por nosotros, permaneciste fiel a tu Padre incluso cuando los soldados se burlaron de ti. Concédenos, te rogamos, que nuestro Papa, nuestros obispos, nosotros mismos y todos los cristianos tengamos la valentía de hacer la voluntad de nuestro Padre Celestial, incluso cuando se burlen de nosotros, sabiendo que en Él no seremos avergonzados. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Himno (la primera vez solo la Schola, la segunda todos).
Perdón Oh Dios Mío
Perdón e indulgencia
Perdón y clemencia
Perdón y piedad (2)

(Solo la Schola)
Yo fui quien del duro madero inclemente
te puso pendiente con vil impiedad

Por mi en el tormento tu sangre vertiste
y prenda me diste de amor y humildad

(Todos)
Perdón Oh Dios Mío
Perdón e indulgencia
Perdón y clemencia
Perdón y piedad (2)


Tercera Estación


L. Tercera Estación: Nuestro Señor Jesucristo cae por vez primera.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Y le golpeaban en la cabeza… y le escupían.
P. Y le golpeaban en la cabeza… y le escupían.
(Salmo 35:15-16,22,24)
L. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;
Juntáronse contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía:
Despedazábanme, y no cesaban; Con los lisonjeros escarnecedores truhanes, crujiendo sobre mí sus dientes.

P. Y le golpeaban en la cabeza… y le escupían.

L. Tú lo has visto, oh Señor; no calles:
Señor, de mí no te alejes.
Júzgame conforme a tu justicia, Señor Dios mío;
Y que no se burlen de mí.

P. Y le golpeaban en la cabeza… y le escupían.

L. Del libro del Profeta Isaías.
(Is 53:4-5)
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo por nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados.

O. (Breve reflexión)
Cuando Cristo cae por primera vez, es solo el último acto de un drama de caídas interminables. Nuestros primeros padres, desobedientes, cayeron del paraíso. El pueblo redimido de Israel, desconfiado, cayó en el desierto. La ciudad santa de Jerusalén, desleal, cayó ante los ejércitos de Babilonia. En respuesta a esta caída precipitada de su pueblo, la Palabra todopoderosa del Padre saltó del trono real del cielo y cayó en nuestra tierra condenada. Se despojó de su divina ecuanimidad y tomó la forma de un esclavo. Encontrado en apariencia humana, «llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores». Fue golpeado, escupido y tropezó bajo el peso de la cruz, todo para manifestar su solidaridad con nosotros en las profundidades en las que habíamos caído. La cruz bajo la que cae es la nuestra. Sin embargo, él es diferente a nosotros en una sola cosa: no tiene pecado. Solo él tiene el poder de detener la caída de la humanidad. Cuando se levanta de la tierra y continúa su ascenso al monte Calvario, prefigura la gloriosa resurrección mediante la cual también nosotros podemos revertir nuestras caídas y resucitar a una nueva vida con él.

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Señor Jesucristo, al cargar nuestra cruz manifestaste la profundidad de tu compasión humana y la grandeza de tu divina majestad. Concédenos que quienes luchamos y caemos bajo el peso de nuestros pecados seamos fortalecidos para resurgir por el poder de tu gloriosa resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Himno (la primera vez solo la Schola, la segunda todos).
Perdón Oh Dios Mío
Perdón e indulgencia
Perdón y clemencia
Perdón y piedad (2)

(Solo la Schola)
Y yo en recompensa pecado a pecado
la copa he llenado de iniquidad

Más ya arrepentido te busco lloroso
Oh Padre amoroso ¡Oh Dios de Bondad!

(Todos)
Perdón Oh Dios Mío
Perdón e indulgencia
Perdón y clemencia
Perdón y piedad (2)


Cuarta Estación


L. Cuarta Estación: Nuestro Señor Jesucristo encuentra a su Santísima Madre.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.
P. Llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.
(Salmo 31: 1-2)
L. En ti, oh Señor, he esperado;
no sea yo confundido para siempre:
Líbrame en tu justicia.

P. Llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.

L. Inclina a mí tu oído, líbrame presto;
Seme por roca de fortaleza,
por casa fuerte para salvarme.

P. Llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.

L. Del Evangelio según San Lucas.
(Luc 2:34-35, 51)
Simeón dijo a su madre María: “He aquí, este (hijo tuyo) está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.” Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.

O. (Breve reflexión)
Vemos a nuestra bendita Madre acercarse a su hijo sufriente camino a dar la vida por todos, incluso por ella. Su forma de actuar, y lo que hace a partir de entonces, nos da una idea de cómo debemos reaccionar ante una visión similar, cuando vemos a alguien, y especialmente a uno de nuestros seres queridos, sufrir por el Señor. María no le pide a su Hijo que abandone su misión, aunque esta sea dolorosa, especialmente para ella, quien tiene que soportar la visión de ver a su hijo torturado, un dolor mucho mayor que el sufrimiento propio. Tampoco, en ese momento, como Simón más tarde, asume un papel físico para ayudar a su hijo a llevar esta carga; esta no era su vocación ahora como lo había sido en su juventud. Sin embargo, sí ayuda a su amado a seguir la voluntad del Padre, recordándole con su presencia constante que estaba con él y que lo apoyaba en su misión. Le hizo saber que no estaba solo, aunque en ese momento no podía ayudarlo de ninguna otra manera. Ella se unió a Él diciendo en su corazón: «En ti, Señor, me refugio; que nunca quede avergonzado». En nuestras vidas, habrá muchas veces en que seamos incapaces de aliviar el dolor ajeno, o en que no estemos llamados a hacerlo, porque esto es para bien. En esos momentos, brindar a alguien nuestra presencia y amor, e impulsarlo a seguir adelante, no solo es lo que estamos llamados a hacer, sino lo mejor que podemos hacer para su glorificación. Como María y Jesús, no desesperemos, sino confiemos y refugiémonos en Dios en estos tiempos difíciles..

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Señor Jesús, Tú moriste por nosotros y enviaste tu Espíritu para hacernos parte de tu cuerpo; ayúdanos a aceptar con humildad nuestras limitaciones humanas, y dentro de ellas, especialmente en tiempos difíciles, que podamos apoyarnos mutuamente para seguir la voluntad de tu Padre, haciéndolo nuestro refugio, como lo hiciste Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Schola:
Stabat mater dolorósa
juxta Crucem lacrimósa,
dum pendébat Fílius.
Todos:
Junto al pie de la Cruz santa
Que del Hijo el cuerpo aguanta,
Con dolor su Madre está.
Schola:
Cuius ánimam geméntem,
contristátam et doléntem
pertransívit gládius.
Todos:
¿Qué pesar se igualaría
A la pena de María
Al mirarle agonizar?
Schola:
O quam tristis et afflícta
fuit illa benedícta,
mater Unigéniti!


Quinta Estación


L. Quinta Estación: Nuestro Señor Jesucristo es ayudado por Simón de Cirene a cargar con la Cruz.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Él está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel.
P. Él está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel.
(Salmo 69:13,29-30)
L. Empero yo enderezaba mi oración a ti, oh Señor,
al tiempo de tu buena voluntad:
Oh Dios, por la multitud de tu misericordia,
Por la verdad de tu salvación, óyeme.

P. Él está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel.

L. Y yo afligido y dolorido,
Tu salvación, oh Dios, me defenderá.
Alabaré yo el nombre de Dios con cántico,
Ensalzarélo con alabanza.

P. Él está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel.

L. Del Evangelio según San Mateo.
(Mat 27:31-32)
Le llevaron (los centuriones a Jesús) para crucificarle. Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevase la cruz.

O. (Breve reflexión)
Un hombre de Cirene se encuentra con Cristo y el curso de su vida cambia. Lo mismo ocurre con cualquier persona, independientemente de su trayectoria: una vez que encontramos verdaderamente a Jesús, nuestras vidas cambian. Solo si lo aceptamos como nuestro Señor y seguimos el camino de la cruz, podemos participar de lo que vino a ofrecernos: la vida eterna y la comunión con él. Esta comunión con él, por supuesto, implica la comunión con su Iglesia en la tierra.
Hoy en día, muchos intentan caminar con Cristo, cargando la cruz aunque no sean de la fe católica, y muchos perseveran sincera y fielmente en las enseñanzas del Evangelio. Recordemos siempre a estos hermanos y hermanas en nuestras oraciones, para que lleguen a la plenitud de la verdad y a la fe apostólica. Como individuos y como Iglesia, debemos esforzarnos por actuar siempre con caridad hacia quienes tienen creencias diferentes o erróneas, mostrando el amor de Cristo, que vino no a condenar, sino a salvar..

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Oh Dios todopoderoso, que revelaste a todos los pueblos el camino de la vida en la pasión de tu amado Hijo, conduce a todos los extraviados al camino recto, para que todos juntos podamos caminar contigo. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Schola:
Quae mœrébat et dolébat,
pia Mater, dum vidébat
nati pœnas ínclyti.
Todos:
En supremo sacrificio
Participa del suplicio
Y la angustia de Jesús.
Schola:
Quis est homo qui non fleret,
matrem Christi si vidéret
in tanto supplício?
Todos:
A su vista lo azotaron
Y con saña se mofaron
Del que diose por amor.
Schola:
Quis non posset contristári
Christi Matrem contemplári
doléntem cum Fílio?


Sexta Estación


L. Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Nuestro Señor Jesucristo.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Y le llevaron para crucificarle.
P. Y le llevaron para crucificarle.
(Salmo 20:1-2,6)
L. Óigate el Señor en el día de conflicto;
Defiéndate el nombre del Dios de Jacob.
Envíete ayuda desde el santuario,
Y desde Sión te sostenga.

P. Y le llevaron para crucificarle.

L. Ahora echo de ver que el Señor guarda a su ungido:
Lo oirá desde los cielos de su santidad,
Con la fuerza de la salvación de su diestra.

P. Y le llevaron para crucificarle.

L. Del libro del Profeta Isaías.
(Is 53:2-3)
No hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

O. (Breve reflexión)
Al cargar su cruz, Cristo Jesús cumple la profecía del siervo sufriente de Isaías, quien fue “despreciado y desechado entre los hombres”. Mientras caminaba entre multitudes que se burlaban de él, había una mujer valiente llamada Verónica que no despreció a este pobre hombre, sino que se compadeció de él. Ella no pudo evitar el cruel castigo que el gobierno romano le impuso, pero sí pudo ofrecerle un gesto de bondad. Tomó su velo y limpió la sangre, el sudor y la suciedad del rostro de Nuestro Salvador. Un gesto pequeño, pero lleno de amor. Y Jesús recompensó esta bondad dejándole la imagen misma de sí mismo en su velo.

Esta es la clase de caridad que estamos llamados a ejercer en el mundo. No todos están llamados a la clase de trabajo heroico que la Madre Teresa ejemplificó en los barrios bajos de Calcuta. Nuestros sencillos actos de amor al prójimo son un don precioso para el Señor, y es a Cristo mismo a quien servimos al cuidar de nuestro prójimo. Podemos atender las necesidades de los pobres, de los migrantes, de los perseguidos en nuestras propias comunidades, llevándoles la imagen de Cristo con nuestro amor y apoyo.

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Padre de Misericordia, que enviaste a tu Hijo Unigénito para ser nuestro Salvador y Redentor, mira con favor a quienes más necesitan tu amor en este mundo, especialmente a los perseguidos por profesar su fe en ti. Forma siervos generosos que sean tus manos y pies para cuidar de todos los necesitados, y que seamos verdaderamente el rostro de Cristo para cada uno de nuestros prójimos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Schola:
Pro peccátis suæ gentis
vidit Jésum in torméntis,
et flagéllis súbditum.
Todos:
Velo ahora cómo expira
Y le escucha cual suspira:
“¡Padre, todo se cumplió!”
Schola:
Vidit suum dulcem Natum
moriéndo desolátum,
dum emísit spíritum.
Todos:
Por tu corazón que llora,
En el nuestro haz tú, Señora,
El amor a Dios crecer.
Schola:
Eja, Mater, fons amóris
me sentíre vim dolóris
fac, ut tecum lúgeam.


Séptima Estación


L. Séptima Estación: Nuestro Señor Jesucristo cae por vez segunda.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Le veremos… Despreciado y desechado entre los hombres.
P. Le veremos… Despreciado y desechado entre los hombres.
(Salmo 56:1-3, 11)
L. Dios mío, ten misericordia de mí,
porque hay gente capaz de devorarme.
Todo el tiempo me oprimen y me combaten;
todo el tiempo mis enemigos me pisotean;

P. Le veremos… Despreciado y desechado entre los hombres.

L. ¡Son muchos los soberbios que me atacan!
Pero yo, cuando tengo miedo, confío en ti.
Confío en ti, mi Dios, y no tengo miedo;
¿qué me puede hacer un simple mortal?

P. Le veremos… Despreciado y desechado entre los hombres.

L. Del libro del Profeta Isaías.
(Is 52:13-15)
He aquí que mi siervo será levantado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, así asombrará él a muchas naciones… porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.

O. (Breve reflexión)
Aún conmocionado por el dolor de la primera caída y sabiendo que pronto volvería a caer, Cristo decidió, tras caer por segunda vez, continuar su doloroso camino. ¿Cómo pudo soportar semejante desprecio de quienes lo rodeaban, de aquellos a quienes amaba con tanta generosidad? Herido, rechazado, aborrecido, sabía que su esperanza estaba en la voluntad divina. ¿Cómo podemos confiar más en Dios cuando nos sentimos más débiles y desesperanzados? Mediante la humilde petición, Dios nos da la fuerza no solo para seguir levantándonos tras cada caída devastadora, sino también para orar por quienes nos hacen tropezar. En este año jubilar, Cristo anhela que sintamos la alegría que proviene del perdón a quienes nos han hecho daño. Aunque sufrimos aflicciones temporales que parecen insuperables, estamos llamados a regocijarnos en la esperanza, agradeciendo a Dios que, al compartir las aflicciones de Cristo, también compartimos su gloria. Debemos sanar el cuerpo herido de Cristo, brindando apoyo emocional y material a nuestros hermanos y hermanas, a menudo despreciados: refugiados e inmigrantes, ancianos, presos y personas con discapacidad, ayudándonos continuamente unos a otros en el camino hacia la vida eterna.
A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Padre todopoderoso, que enviaste a tu Hijo entre nosotros para mostrarnos la profundidad del amor misericordioso y la paciencia a través de su Pasión, concédenos la gracia de imitar su ejemplo más fiel en la abnegación caritativa y de perdonar a todos como él lo hizo. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Schola:
Fac, ut árdeat cor meum
in amándo Christum Deum
ut sibi compláceam.
Todos:
Y el dolor por el pecado
Que en la Cruz habrá clavado
A quien inocente fue.
Schola:
Sancta Mater, istud agas,
crucifíxi fige plagas
cordi meo válide.
Todos:
Las angustias que sufría
Cristo en cruz, ¿quién osaría
Con su madre compartir?
Schola:
Tui Nati vulneráti,
tam dignáti pro me pati,
pœnas mecum dívide.


Octava Estación


L. Octava Estación: Nuestro Señor Jesucristo consuela a las hijas de Jerusalén.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.
P. Verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.
(Salmo 34:15,17,19-20)
L. El Señor no aparta sus ojos de los justos;
sus oídos están siempre atentos a su clamor.
Los justos gimen, y el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

P. Verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.

L. El justo pasa por muchas aflicciones,
pero el Señor lo libra de todas ellas.
El Señor le cuida cada uno de sus huesos,
y ni uno solo de ellos se le quebrará.

P. Verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.

L. Del Evangelio según San Lucas.
(Luc 23:27-31)
Le seguía (a Jesús) una gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?”
O. (Breve reflexión)
Dios murió en la cruz para la salvación de todos, Cristo, quien vino al mundo precisamente para este momento, para glorificar al Padre. En su compasión, mientras era llevado como un cordero al matadero, se detiene para dirigirse a las mujeres que lloraban, instruyéndolas a no llorar por él, sino por ellas mismas y por los incrédulos: aquellos que no reconocieron este increíble momento de salvación. Por lo tanto, no lloremos por él, sino lloremos por nuestros propios pecados y por quienes menosprecian su amor y rechazan su gracia. Que nuestras vidas se conformen a Cristo y sean un testimonio para todos los que han oído pero no han creído, y oremos por todos los que conocen a Cristo pero no lo han reconocido, para que entren en el redil de su misericordia.

Padre Celestial, en tu inquebrantable amor por nosotros, enviaste a tu único Hijo a morir en la cruz por nuestra salvación y a ser la luz del mundo; ilumina nuestros corazones con tu gracia para que todos reconozcan el infinito amor y la misericordia que nos otorgas, y para que podamos alabarte y glorificarte como es debido. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor..

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Padre Celestial, en tu inquebrantable amor por nosotros, enviaste a tu único Hijo a morir en la cruz por nuestra salvación y a ser la luz del mundo; ilumina nuestros corazones con tu gracia para que todos reconozcan el infinito amor y la misericordia que nos otorgas, y para que podamos alabarte y glorificarte como es debido. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Schola:
Fac me tecum pie flere,
crucifíxo condolére,
donec ego víxero.
Todos:
¿Qué pesar se igualaría
A la pena de María
Al mirarle agonizar?
Schola:
Juxta Crucem tecum stare,
et me tibi sociáre
in planctu desídero.
Todos:
En supremo sacrificio
Participa del suplicio
Y la angustia de Jesús.
Schola:
Virgo vírginum præclára,
mihi iam non sis amára,
fac me tecum plángere.


Novena Estación


L. Novena Estación: Nuestro Señor Jesucristo cae por vez tercera.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?
P. Si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?
(Salmo 41:5,7-8,10-11)
L. Mis enemigos hablan mal contra mí, preguntando:
¿Cuándo se morirá, y perecerá su nombre?
Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
Contra mí piensan mal, diciendo de mí…
el que cayó… no volverá a levantarse.

P. Si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?

L. Mas tú, oh Señor, ten misericordia de mí, y hazme levantar,
Y les daré su merecido.
En esto conoceré que te he agradado,
En que mi enemigo no cante victoria sobre mí.

P. Si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?

L. Del libro del Profeta Isaías.
(Is 53:7, 10-11)
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Con todo eso, el Señor quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad del Señor será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

O. (Breve reflexión)
Cuando miramos con fe a Jesucristo, vemos a Dios como realmente es. Pero la mayoría de la gente en su época no lo comprendía. ¿Eran ignorantes? ¿O preferían no comprender? Quizás ambas cosas: es común que las personas emitan juicios superficiales, se nieguen a profundizar, no estén dispuestas a cambiar de opinión. En el caso de la Pasión de Nuestro Señor, vieron a un hombre que parecía rechazado por Dios: Dios es poderoso, hermoso y santo. Dios es eterno y no puede morir. Pero Jesús en la cruz fue golpeado y ensangrentado, avergonzado, llamado criminal. No es de extrañar que muchos no comprendan esta paradoja: Cristo Jesús, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para que nosotros pudiéramos enriquecernos. Un cristiano recibe un don inestimable: el privilegio de conocer la profundidad del amor de Dios por la humanidad, un amor que no ganamos ni podemos devolver. Pero debemos preguntarnos si nosotros, discípulos de Cristo, estamos dispuestos a hacernos pobres por los demás. ¿Tratamos a los poco atractivos, a los ignorantes y a los desafortunados como dignos de nuestro tiempo y recursos? ¿Ofrecemos perdón y bendición a todos, incluso a quienes nos hieren? En nuestras propias cruces, enfrentamos la prueba de la fe. Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador.

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Oh Dios, tú eres Padre de toda la humanidad y no desprecias nada de lo que has creado. Bendice a quienes esperan sinceramente en tu misericordia y se glorían en tu justicia. Que el poder de la cruz de tu Hijo obtenga la redención para todos los que muestran misericordia y los conduzca a la plenitud de tu verdad. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Schola:
Flammis ne urar succénsus,
per te, Virgo, sim defénsus
in die iudícii.
Todos:
Cuando llegue nuestra hora,
Sé tú nuestra valedora
Y el Señor tendrá piedad.
Schola:
Christe, cum sit hinc exire,
da per Matrem me veníre
ad palmam victóriæ.
Todos:
Y en el día del juicio
Séanos tu amor propicio
Y no habremos de temer
Schola:
Quando corpus moriétur,
fac, ut ánimæ donétur
paradísi glória.


DÉCIMA Estación


L. Decima Estación: Nuestro Señor Jesucristo es despojado de sus vestiduras.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Como cordero fue llevado al matadero; enmudeció, y no abrió su boca.
P. Como cordero fue llevado al matadero; enmudeció, y no abrió su boca.
(Salmo 22:14-15, 17-18)
L. Mi corazón se torna como cera,
Derritiéndose en medio de mis entrañas.
Como un tiesto se secó mi vigor,
Y mi lengua se pegó a mi paladar,
Y me has puesto en el polvo de la muerte.

P. Como cordero fue llevado al matadero; enmudeció, y no abrió su boca.

L. Contar puedo todos mis huesos;
Entretanto, ellos me miran y me observan.
Repartieron entre sí mis vestidos,
Y sobre mi túnica echaron suertes.

P. Como cordero fue llevado al matadero; enmudeció, y no abrió su boca.

L. Del Evangelio según San Juan
(Jn 19:23-24)
Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: “No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será.” Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes.

O. (Breve reflexión)
Todo lo que Jesús hace, incluso durante su larga y dolorosa pasión, es para nuestra salvación y proviene de su amor por nosotros. En el principio, en el Jardín del Edén, la humanidad no se avergonzaba de su falta de ropa. Antes de la caída, su desnudez era señal de total libertad en el amor, libre de tentaciones o pecados, y completamente libre de culpa y vergüenza. Solo después de la caída, el hombre siente la necesidad de cubrirse y esconderse de su Creador. En la humillación de Jesús, los romanos lo despojaron de sus ropas, dejándolo vulnerable y expuesto a los insultos del mundo. Pero en este acto de humildad, Jesús anula la vergüenza del hombre caído que vino a través de Adán, quien se vistió por su desgracia. Dios anula la vergüenza original de la humanidad y va a sufrir en la cruz, desnudo, por amor a nosotros.
A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Dios todopoderoso y misericordioso, que creaste al hombre para amarte a ti y al prójimo, y otorgaste tus promesas a tu Iglesia, concede a los que primero hiciste tuyos un avance en la humildad por tu nombre y un corazón arrepentido, para que sus mentes sean iluminadas y alcancen la plenitud de la salvación. Por Cristo nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Himno (la primera vez solo la Schola, la segunda todos).
Pequé, pequé Dios mío;
pequé, Señor piedad;
si grandes son mis culpas,
mayor es tu bondad. (2)

(Solo la Schola)
Por tus profundas llagas
piedad, Señor, piedad.
Por tus heridas crueles
piedad, Señor, piedad.
Si grandes…

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Por tu Corona Santa
piedad, Señor, piedad.
Por tu preciosa Sangre
piedad, Señor, piedad.
Si grandes…

(Todos)
Pequé, pequé Dios mío;
pequé, Señor piedad;
si grandes son mis culpas,
mayor es tu bondad. (2)


Undécima Estación


L. Undécima Estación: Nuestro Señor Jesucristo es clavado a la Cruz.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Esto fue para que se cumpliese la Escritura.
P. Esto fue para que se cumpliese la Escritura.
(Salmo 22:7-8, 13, 16)
L. Todos los que me ven me escarnecen;
Tuercen los labios, menean la cabeza, diciendo:
Se encomendó al Señor; líbrele él;
Sálvele, puesto que en él se complacía.

P. Esto fue para que se cumpliese la Escritura.

L. Abrieron sobre mí su boca
Como un león rapaz y rugiente.
Perros me han rodeado;
Me ha cercado una banda de malhechores;
Horadaron mis manos y mis pies.

P. Esto fue para que se cumpliese la Escritura.

L. Del Evangelio según San Lucas
(Luc 23:33-38)
Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: “A otros salvó; sálvese a sí mismo, si este es el Cristo, el escogido de Dios.” Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: “Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.” Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

O. (Breve reflexión)
Mientras los clavos le perforan las manos y los pies, el dolor le atraviesa el cuerpo. «Me han horadado las manos y los pies; puedo contar todos mis huesos». El dolor es tan intenso que no puede oír a la multitud que lo rodea gritando, chillando y vituperándolo. El salmista profetizó que así sería. «Pero yo soy un gusano, no un hombre, escarnecido por los hombres, despreciado por el pueblo. Todos los que me ven se burlan de mí; fruncen los labios y se mofan; menean la cabeza ante mí: “Confió en el SEÑOR; que lo libre; si lo ama, que lo rescate”. Cuántas veces nuestro Señor habría rezado este Salmo, sabiendo cada vez más íntimamente que estas palabras debían aplicarse a Él.

Nadie lo ve tal como es. Nadie siente compasión por su sufrimiento mientras se burlan de Él. ¿Estaría yo allí, como parte de la multitud? ¿Cuántas veces me he quedado mirando, burlándome de quienes luchan y sufren, diciendo: «Sin duda se lo merecen»? Jesús clama: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». En Jesús está nuestra esperanza de arrepentimiento, de perdón.

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Padre misericordioso, tu Hijo sufrió mucho en su pasión y sigue sufriendo en nuestros hermanos que luchan entre nosotros y en todo el mundo, concédenos la gracia de ver a Jesús en todos los que sufren y la compasión para atenderlos con amor. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Himno (la primera vez solo la Schola, la segunda todos).
Pequé, pequé Dios mío;
pequé, Señor piedad;
si grandes son mis culpas,
mayor es tu bondad. (2)

(Solo la Schola)
Por tu costado abierto
piedad, Señor, piedad.
Por tu agonía santa
piedad, Señor, piedad.
Si grandes…

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Por tu Madre afligida
piedad, Señor, piedad.
Jesús, a Ti pedimos
piedad, Señor, piedad.
Si grandes…

(Todos)
Pequé, pequé Dios mío;
pequé, Señor piedad;
si grandes son mis culpas,
mayor es tu bondad. (2)


Duodécima Estación


L. Duodécima Estación: Nuestro Señor Jesucristo muere en la Cruz.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
P. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
(Salmo 22:1-4)
L. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, clamo de día, y no respondes;
Y de noche, y no hay para mí reposo.

P. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

L. Pero tú eres santo,
Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
En ti esperaron nuestros padres;
Esperaron, y tú los libraste.

P. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

L. Del Evangelio según San Mateo
(Mt 27:45-50)
Desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?” Esto es: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: “A Elías llama este.” Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: “Deja veamos si viene Elías a librarle.” Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

O. (Breve reflexión)
En el principio, Dios creó los cielos y la tierra. La oscuridad cubría la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Y dijo Dios: «Sea la luz», y fue la luz. Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz «día», y a las tinieblas «noche». Y fue la tarde y la mañana: el primer día.

A la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra, y en Jesús, el Espíritu se movía sobre las aguas de su costado, transformándolas en agua viva. Entonces Jesús clamó a gran voz, y Dios dijo: «Sea la luz», y entregó el Espíritu, y fue la luz. La creación fue creada hoy. Creada de nuevo, porque el nuevo primer día amanece de las aguas vivas de los sacramentos que fluyen del costado de Jesús, separando la oscuridad de la luz, hasta que entremos en el Nuevo Día sin ocaso. El Día para el cual fue hecha la creación. Ahora, la creación aguarda con ansiosa expectativa, porque la creación misma será liberada de su esclavitud a la corrupción y llevada a la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Oh Dios, que por amor creaste la creación para ser glorificada, e hiciste al hombre para cuidarla y estar en unión contigo; al unirnos a ti por los sacramentos de la Iglesia, ayúdanos a amar y cuidar el resto de la creación. Por Cristo, nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Himno (la primera vez solo la Schola, la segunda todos).
Perdona a tu pueblo Señor,
Perdona a tu pueblo,
Perdónale Señor. (2)

(Solo la Schola)
No estés eternamente enojado
no estés eternamente enojado,
perdónale Señor.

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Por las espinas que te punzaron,
por los tres clavos que te clavaron,
perdónale Señor.

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Por las tres horas de tu agonía
en que por madre diste a María,
perdónale Señor.


Decimotercia Estación


L. Decimotercia Estación: Nuestro Señor Jesucristo es bajado de la Cruz.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
P. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
(Salmo 55:1,4,16,18)
L. Escucha, oh Dios, mi oración,
Y no te retraigas a mi súplica.
Mi corazón se estremece dentro de mí,
Y terrores de muerte sobre mí han caído.

P. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

L. En cuanto a mí, a Dios clamaré;
Y el Señor me salvará.
Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí,
Aunque contra mí haya muchos.

P. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

L. Del Evangelio según San Juan
(Jn 19:31-34,38-42)
Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo[a] (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

O. (Breve reflexión)
Los soldados, queriendo asegurar la muerte de los criminales, quebraron las piernas de los dos que estaban crucificados con Jesús. Al acercarse a él y verlo ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que le perforaron el costado. De él brotó sangre y agua. Jesús no solo murió por nuestros pecados, sino que nos ofrece la gracia para fortalecernos y vivir en total entrega a la voluntad del Padre. Y sabemos que su voluntad es gloriosamente victoriosa sobre todos los miedos y terrores. Sabemos de la confianza de Jesús en Dios, que entrega su cuerpo, su cuerpo sin vida, para ser bajado de la cruz porque sabe que no está abandonado ni siquiera en la muerte. Que, junto con María, permanezcamos al pie de la cruz para recibir toda gracia que se nos concede a través de la sangre de Jesús.
A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Dios todopoderoso, que abriste el costado de tu Hijo Unigénito, otorgándonos gracia y perdón. Ayúdanos a vivir siempre en tu gracia y, por lo tanto, a dar testimonio de tu amor, y que, con nuestro ejemplo, fortalezcamos a los débiles. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Himno (la primera vez solo la Schola, la segunda todos).
Perdona a tu pueblo Señor,
Perdona a tu pueblo,
Perdónale Señor. (2)

(Solo la Schola)
Por tus profundas llagas crueles,
por tus salivas y por tus hieles
¡Perdónale, Señor!

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Por las heridas de pies y manos,
por los azotes tan inhumanos.
¡Perdónale, Señor!

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Por los tres clavos que te clavaron,
y las espinas que te punzaron
¡Perdónale, Señor!


Decimocuarta Estación


L. Decimocuarta Estación: Nuestro Señor Jesucristo es sepultado.
A. De rodillas.
C. Adorámoste Cristo y te bendecimos.
P. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El Celebrante inciensa la reliquia de la Santa Cruz y luego el cuadro erigido en la estación.
A. De pie.
L. Era la preparación de la pascua… aquel día de reposo era de gran solemnidad.
P. Era la preparación de la pascua… aquel día de reposo era de gran solemnidad.
(Salmo 16:9-11)
L. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
Porque no dejarás mi alma en los infiernos,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.

P. Era la preparación de la pascua… aquel día de reposo era de gran solemnidad.

L. Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.

P. Era la preparación de la pascua… aquel día de reposo era de gran solemnidad.

L. De la primera carta del Apóstol San Pedro
(1 Pe 4:6)
Se les predicó el evangelio aun a los muertos, para que, a pesar de haber sido juzgados según criterios humanos en lo que atañe al cuerpo, vivan conforme a Dios en lo que atañe al espíritu.

O. (Breve reflexión)
El día que Israel salió de Egipto, el Señor derrotó a sus enemigos, destruyéndolos en las aguas. Destruyó al Faraón y a todo su ejército. Y de las aguas, creó un pueblo para sí mismo. Los guió por el desierto y los trajo a la tierra de Sión. Hoy, el Señor ha descendido al Hades, donde el Diablo mantuvo cautiva a la humanidad. Su presencia hizo añicos las puertas del Infierno, su luz brilló en la oscuridad, y Él tomó a los que eran suyos. Ahogó al Diablo y a todo su ejército en las aguas de su costado traspasado. Las aguas que fluyen de Él entronizado en el trono de Dios en el Cielo más alto. De estas aguas, creó un pueblo para sí mismo. Los hizo cruzar el gran abismo entre el Cielo y el Infierno. Los sacó del valle de lágrimas a la tierra prometida a nuestros Padres: la Jerusalén celestial. Colocó el Espíritu de la Ley en sus corazones. Los hizo un pueblo real, un pueblo sacerdotal, un pueblo que profetiza en el Señor. En este mismo río, nos hemos sumergido y vivimos. Esta misma Jerusalén celestial irrumpe en nuestro mundo en cada Eucaristía. Esta es la Pascua del Señor, ¡regocijémonos y estemos alegres!
A. De rodillas.
C. Jesucristo fue obediente hasta la muerte.
P. Y muerte de cruz para salvarnos.
C. Señor pecamos.
P. Ten piedad y misericordia de nosotros.

C. Oremos
(silencio breve)
Señor Jesucristo, Tú venciste la muerte con tu muerte, y a los que estaban en el sepulcro les diste vida. En tu victoria, concede la victoria a todos los fieles difuntos; y a nosotros, que los conmemoramos en nuestras oraciones, paz desde lo alturas. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
P. Amén.
A. De pie.
Cambio de turno de los ministros.
MC. Vayamos en procesión a la casa del Señor.
Himno (la primera vez solo la Schola, la segunda todos).
Victoria, Tú Reinaras,
Oh Cruz, Tú nos salvaras (2)

(Solo la Schola)
El Verbo en ti clavado,
muriendo nos rescató.
De ti, madero santo,
nos viene la redención.

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Extiende por el mundo,
tu Reino de salvación.
¡Oh cruz, fecunda fuente,
de vida y bendición!

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Impere sobre el odio,
tu Reino de caridad.
Alcancen las naciones,
el gozo de la unidad.

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
Aumenta en nuestras almas,
tu Reino de santidad.
El río de la gracia,
apague la iniquidad.

(Todos – coro)
(Solo la Schola)
La gloria por los siglos,
a Cristo libertador.
Su cruz nos lleve al cielo,
la tierra de promisión.


Final del Vía Crucis


A. Pongamos atención a la Palabra del Señor.

C. Del Santo Evangelio según San Marcos.
(Mar 16:1-6)
Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían entre sí: “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: “No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.”

Luego de un breve silencio, el celebrante los exhorta diciendo:
C. Hermanos, recordemos que Cristo ha resucitado de entre los muertos, y mientras meditamos su Pasión, tengamos presente su victoria sobre la muerte y el pecado.

MC. Ahora podemos pasar a venerar en silencio la reliquia de la Santa Cruz. Aquellos que trajeron flores pueden pasar a colocarlas en los recipientes que se encuentran en los pasillos laterales de este pórtico. Aquellos que deseen unirse en oración a los monjes en la oración del medio día son bienvenidos. Hay unos hermanos a la entrada de la Iglesia para ayudarles a ubicarse con los libros. Los Oficios de la Pasión serán celebrados en inglés a las 3 de la tarde en esta iglesia, todos son bienvenidos a unirse a nosotros.
A. Vayamos y meditemos en los misterios que han sido proclamados.